viernes, 30 de diciembre de 2011

trece

En la película el chico se portaba bien. No tenía dinero, nunca. Pero la trataba bien. Un día el chico se dio un golpe o le atropellaron cinco coches. Se tiro por tres puentes en los que el río estaba seco. Y ya en el suelo, con la cara desfigurada intentaba ahogarse en un charco formado por las lluvias primaverales. La chica sonreía, desde el puente, y buscaba una escalera. Después de mucho buscar, compró la escalera más bonita del mundo. Fue al país de donde salen todas las escaleras del mundo y allí habló con el maestro de todos los artesanos de escaleras y consiguió comprarle la mejor. La llevó hasta ese puente para que el chico subiese por ella. El subió, hasta donde estaba ella, pero las fuerzas no le dieron para más. Ella lo cogió en brazos y siguió subiendo. Subió y subió hasta que aquel puente y aquel mundo eran del tamaño de un guisante. El chico miró hacia abajo y lloró, pero al mirar hacia arriba sus lágrimas se evaporaron por el sol.
Un día se soltaron sin miedo. Flotando en el espacio, bailaron con los planetas, desnudos, y la música no hizo falta. Bailaron hasta que se fundieron en uno y aún hay padres que señalan a sus hijos dónde bailan en el cielo. Quizá la chica se cansó, o el chico se volvió caer al suelo. Quizá volvió a sacar un papel del sombrero en el que dice donde siguen bailando. Pero él nunca cerró el candado en el puente o simplemente no tenía dinero para comprarlo.