viernes, 22 de febrero de 2013

dieciséis

-Quiero un papagayo.


La tienda olía mal y el dueño parecía embriagado por el aroma de la caca de paloma. Nada más entrar, un coro infernal de pájaros empezaba a tronar y las jaulas se agitaban. Alguien me había hablado de una película en la que una ciudad era atacada por hordas de animales con plumas. Qué putada. Me imagino a todos corriendo y gritando, mientras las gaviotas picotean los cráneos y las gallinas picotean los pies. Y todo ese olor días después. No me gustaría ser el que tuviese que limpiar todo eso, con la caca y el pis unidos en un fluido corrosivo. ¿No les llegaba con defecar en nuestras coronillas que aún encima se revelan? ¿Y contra quién o qué se revelan? Son los animales más libres de este mundo. Bueno, no sé quien dijo una vez que hasta los pájaros estaban atrapados entre el cielo y el suelo. ¿Qué coño? Yo salto y salto, y es lo más alto que llegaré en mi vida.


-Así que le atraen las Psitácidas... ¿Busca compañía?
-Busco compañía para un amigo que no me deja en paz.
-Entiendo, entiendo... Siempre es bueno tener a alguien con quién hablar. Aunque le diré que muchos se confunden al creer a estas aves más inteligentes de lo que son, ya que...
-¿Tiene uno verde? A mi amigo le gusta el verde.
-...la capacidad de imitar sonidos no quiere decir que lo sean.
-¿Me está llamando tonto?
-Oh, no por favor.  Venga por aquí, le mostraré mis mejores ejemplares.