jueves, 19 de enero de 2012

quince

Estaremos muertos toda la eternidad
estaremos muertos toda la eternidad.


La pared se come y me arde el pecho. Tarda mucho en llegar y las palomas no esperan a que venga. Es horrible y me orino. Confía en la capacidad de poder escapar algún día de este manicomio de puertas abiertas. Si la búsqueda aún no ha empezado, ya nunca podrá terminar. Correr y esconderse, correr otra vez y no dormir. Seguir las rayas blancas hasta la salida, que sólo está pintada en la pared y es mentira.
Atravesados los corazones por inconscientes ardiendo que bailan y bailan y no paran de bailar una danza demoníaca al ritmo de los tambores y las tompretas tocadas por faunos incorruptos inundados de pelos y tejidos, mojados por sustancias invencibles, invisibles, imbatibles. Algo que nunca podremos comprender se encuentra entre las dimensiones orquídeas que se encuentran una frente a otra, naturalmente.


Pasadme el porro, ya.  

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