Entré en la habitación de mis padres de puntillas. Estilo ninja. Se me da bien ser un ninja porque suelo hacer trampas en la vida. He escapado en calzones por ventanas y he aplastado gatos que no han gritado porque saben que soy un ninja. El hecho es que cada paso que doy en la habitación es una pista que mi madre va a oler nada más entrar en casa, así que tengo que hacerlo con cuidado. Al abrir el armario lo primero que veo es un cartón de Marlboro. Premio. Está sin abrir, y el precinto me mira y se ríe de mí. Ya no hay premio. Al lado está la caja. Abro la tapa con cuidado. Mierda, no me he puesto guantes y mi madre es el puto Grissom. Cuando encuentro la cadena y el crucifijo de oro lo guardo todo y lo dejo como estaba.
Busco en Google cómo saber cuánto dinero me van a dar en el Compro Oro de la plaza, y busco los numeritos que tienen que aparecer. Detrás del crucifijo hay una inscripción que dice:
27/05/2000
Joder. Vienen a mi mente el día de mi primera comunión y la cara de un tío que sale detrás de mí en la foto que tienen mis padres en el salón. Yo parezco un niño bueno y el señor ese es el único que mira al objetivo, fijamente. Si llego a ser el fotógrafo hubiese salido corriendo de aquella iglesia temiendo por los kilos de dinamita que debía tener debajo de esa chaqueta cutre de Emidio Tucci. Y después pienso en mi abuela yendo a sacar dinero al banco y dejando su cuenta vacía. Estos remordimientos son los que hacen que me plantee por qué hago estas cosas. Y entonces veo un anuncio de los que te ofrecen follar con viejas horrendas y aún encima esperan que les des las gracias. Xvideos.com y pajote.
En el Compro Oro hay un señor hablándole a la chica del mostrador, que raspa el oro en busca de falsificaciones.
-¿Y qué tal está la familia?- dice el viejo.
-Bien, bien. Todos bien. -responde la muchacha sin levantar la cabeza.
-Ah, me alegro.- mira hacia atrás y me ve. O no. No me queda claro.- Pues a ver si llamo a tus tíos que hace mucho que ya no los veo...
-Mire, es bañado, eh.
-Ah.-El viejo coge dos pendientes y un colgante que sabe dios de dónde los habrá sacado. Y me viene a la mente un bar de carretera, labios pintados y este hombre metido en una película de Almodóvar. Miguel Bosé. Vomito.
-Entonces todos bien, ¿no? A ver si veo a tu hermana también. Y dales un saludo.
Se da la vuelta y desaparece. Me acerco a la ventanilla.
-Ese hombre viene dos veces a la semana con cosas nuevas y preguntándome por mi familia. Este pueblo está lleno de locos.
Está buena. Sexo en la ventana mirando a la plaza vacía y gris. En el edificio del Ayuntamiento el alcalde nos espía con unos prismáticos mientras se masturba.
-¿Me puedes mirar esto?
Echa líquido, raspa, pesa.
-200 euros.
Para droga. Empieza el verano.
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