domingo, 20 de febrero de 2011

tres

-¿Sabes? -me decía mientras se encendía un cigarrillo-, dicen que no pienso, que antes de actuar, de echar un zurullo, o de apagar esta colilla en tu ojo, no pienso. Dicen que funciono por instinto, pero yo se que no. Incluso algunos se atreven a llamarme animal.
Se dejó el cigarrillo en la boca, y metió las manos en los bolsillos de su chupa. Era vaquera, al menos del cuerpo, y las mangas de algodón o lana, no sabría decirte; pero no se podía negar que estaba echa un asco.
-¿Te gusta? -señalaba la chupa-, me la vendió un traficante. ¿Sabes por cuánto? -en su cara se formaba una sonrisa de estúpido orgullo-. Nada. Le tuve que dar una buena tunda al cabrón. Cuando me dijo que no tenía mi dinero, me di la vuelta y, mientras me iba, pensé: "¿Me estará mintiendo? ¿Esa sucia rata se va a quedar con lo que me debe?" En ese momento me di la vuelta, y vi como sonreía. La sucia rata tuvo el valor de sonreír.
Se sono la nariz en su manga, de ahí las manchas verdes.
-Así que le clave mi navaja en el ojo. Para que luego digan que no pienso antes de hacer las cosas, ¿eh? ¡¿Eh?! 
-acercó la cabeza en tono amenazante, hasta que su cabeza reaccionó al no ser yo una amenaza-. Prepárate, deben de estar apunto de hacer la señal
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